Rusholme Ruffians, Andy Rourke, homenaje

A inicios de la década de los 80 yo era un pipiolo fascinado por Whitesnake, Rainbow, Deep Purple, Thin Lizzy, The Doors. Ya conté en cierta ocasión que mis preferencias musicales cambiaron cuando llegó a mis manos ”Sons and Fascinations” de Simple Minds. Era este un albúm que se me resistió durante un tiempo, una y otra vez trataba de comprenderlo, durante varias semanas se me hizo cuesta arriba pero insistí y perseveré hasta que se convirtió en indispensable en mi colección de discos favoritos de todos los tiempos. Lo que demuestra que la falta de comprensión de algo, no implica necesariamente que no pueda gustarte, y que determinada música exige un esfuerzo intelectual.

Nunca jamás pensé en otra cosa que no fuera, relativo a la música, que mis limitaciones técnicas y falta de conocimiento, eran suficientes motivos para andar siempre en la búsqueda de algo. No se trataba de la novedad, ni de la modernidad, escuchaba entonces desde Música Medieval hasta Rock Sinfónico (Camel, Jethro Tull, King Crimson…) Y sin embargo no encontraba la fórmula de sentirme atado a una cierta estética, a una actitud lacia y desiderativa, no era capaz de apaciguar mis inquietudes, de mostrarme identificado con ninguna corriente, hasta que llegaron The Smiths.

 

No se trataba entonces, insisto, de subirse al carro de la novedad, sino más bien de acudir al Doctor Música para sufragar los seguros gastos de mis necesidades creativas. The Smiths seguirán siendo para mí un referente, pase lo que pase, y digan lo que digan de la actitud de Morrissey (personaje que no sigo, me limito a escuchar su música, es lo que tiene no estar en Redes Sociales y no permanecer en vilo pendiente de las noticias). Poco importa que un guitarrista enorme como Johnny Marr haya tenido una carrera más bien discreta, con álbumes que fluctuan entre la maravilla, la soberbia y el «mequedaoigual» (como el que escucha llover). Sin embargo usted puede apreciar en esta banda varias cosas. El lirismo de su cantante es el inicio vocal, forma y referencia de muchos grupos que luego se mostraron anexos al Brit Pop; el bajista con su chorus gangoso (lo he leído por ahí, el mérito/demérito de la descripción no es mía), es una contínua muestra de que hay pocos, muy pocos bajistas (de POP) que puedan presumir de tener un sonido identificable; la guitarra de Marr es reconocible desde el primer acorde percusivo.

A principios de los 80 yo había tocado alguna vez en vivo, fue en una banda con 3 guitarras y un cantante, de estreno en una boda de la hermana del vocalista; ya había compuesto algunas canciones tratando de imitar la poética y retórica de lo que parecían unos temas complejos, de letras de pequeños absurdos y enigmática cotidianidad. Fue entonces, saliendo del instituto (Huelin Town), cuando me invitaron a formar parte de un grupo (SEIS SIGLAS). Un amigo me llevó a un piso en la barriada la Paz, cuando entré en un cuarto pequeño apenas entraba la luz y había un tipo con una guitarra española de 4 cuerdas ejecutando, de manera impecable, Rusholme Ruffians. Desde entonces y, a pesar de muchas cosas, mi fe en el amor (y en la música) sigue siendo devota.