Flores Rotas, la soledad común, otra vez

De mis temas favoritos… hablar de la soledad. Desde luego la peor de las soledades, con mucha diferencia, es la común.

En la película Flores rotas (Broken Flowers) Bill Murray es capaz de poner cara de palo durante hora y media y conmoverme, otros esbozan sonrisas a medio luz de «pelotazos» y «Gintonics» más falsos que la moneda, únicamente provocan una sincera repugnancia. Y es que hay retratos de perdedores que reflejan en sí mismo todo un mundo de maldad e incoherencia, de fachadas inéditas y de bondad de palabra: inusitada crueldad la del ser humano que siempre sale erguido en la foto, pero que se agacha cuando nadie le ve para que su enorme culo engulla toda su egolatría. La náusea es entonces tan peligrosa que puede fagocitar todo lo bueno que nos queda, la peor rendición es la pena de soportar lo insoportable, porque hay personas y hay situaciones que son recomendables siempre en pequeñas dosis. Y muy a pesar de ello no me cuesta hablar de lo mismo, de la soledad.

Sigo poniendo en duda que exista tanta maldad que no pueda vislumbrarse, es imposible que pueda permanecer oculta para algunos ojos, resulta inconcebible para mí pensar que existan corazones tan negros; mantener la distancia resulta entonces difícil cuando algunas personas que has amado permanecen en lejanas galaxias, impertérritas e impasibles, ajenas a lo que ocurre y quedan los Corazones Blancos al albur pasajero de la poesía y la belleza, deberían estar pescando en el río de un paisaje más cercano y amable, no es cuestión de merecimiento, sino de justicia (si es que existe algo parecido).

Broken Flowers es la continua búsqueda de algo, no importa lo que sea, en realidad la Soledad puede ser Común o buscada, provocada,  es capaz de permanecer inédita, escondida entre paisajes, entre libros, entre canciones, da lo mismo. Una película lenta que demuestra como pocas veces que lo único que representa adecuadamente al ser humano es el silencio; un film lleno de espacios vacíos, de dioses ausentes, de sometimiento de la realidad humana a su propia necesidad de soportarse, de ahogamiento existencial y a su vez de esperanza, del deseo de saber que lo que mucho se quiere no siempre se consigue. Una película que convierte en Mito el saber estar callado, “El asombro es una actitud sana, nos lleva al silencio, la espera, invita a la paciencia” (Sócrates).