Yo he visto tocar a algunos con una potra colgando, el desastre que soy, lo único que supera mi estupidez es mi ignorancia, homenaje a los que anteponen sus ideas: Steve Albini

Es cierto, he visto tocar a más de uno con una potra colgando, esto es, con la mierda dejándose caer por entre los pantalones, vamos a ir hablando claro porque ha muerto una persona con ideas, y eso escasea cada vez más en el mundo de la música.

Vaya por delante que he devorado esta entrevista de «El Mundo» como si no hubiera un mañana, porque hay personas, es el caso de Steve Albini (probablemente el productor más importante de Rock Underground de los últimos años), que cuando se expresan se nota, y mucho,  es de esos que piensa o pensaba en lo que dice.

Fusilaré con reparo, el texto de Pablo Gil, que me parece apropiado y excelente, como entrevista, no hay otra (recomiendo leerlo y releerlo).

La primera cuestión interesante, de muchas, es la supuesta pérdida del rock como propulsor de la cultura juvenil, y la respuesta de Albini no puede ser más congruente: la mayor parte del rock era y es una puta mierda y no me voy a echar a llorar porque ya no esté de moda. La buena música, hecha por frikis obsesivos y bichos raros, siempre será fascinante.

Ser músico, en determinado contexto, es un acto continuo de resistencia, de resilencia a las modas, al dinero fácil (a veces), a la entrega en los ensayos, a las horas de trabajo en solitario.

Albini, con su trayectoria, no se dedicaba únicamente a la música, tenía varios medios para ganarse la vida: la música que cambió mi vida y le dio sentido, la que me formó como persona- fue creada por gente que tenía trabajos convencionales. Era música hecha de un modo maníaco por gente que no podía soportar no estar haciéndola. Lo hacían en bares que a veces se vaciaban cuando tocaban, que grababan discos que no podían vender, que daban conciertos ilegales o informales en espacios que encontraban porque no podían conseguir actuaciones de verdad.

Fue crítico con el postureo y la apariencia en el negocio, aunque defendió la necesidad de conocimientos de la industria del músico, no dio prioridad a la parte económica pero argumentaba que los artistas no deberían despreocuparse del negocio. No tenía canciones conocidas ni deseaba tenerlas y carecía por completo de orgullo pese a haber participado en la grabación de discos de Nirvana, Pixies, PJ Harvey…

Decisiones y comportamiento le marcaron como un referente ético de la contracultura, consideraba que el estilo de música es mucho menos importante que la práctica de hacerla y sus ideas implícitas. Sobre su forma de trabajar afirmaba: Hacer las cosas por el honor de tu palabra y no con un contrato, tratar a las personas como iguales y no como competidores, ser franco con las opiniones y transparente con los negocios, que me paguen por mi tiempo y no por mi «importancia»

Y si saco algo en claro a nivel personal, ante alguien así, es que el desastre que soy implica necesariamente que ya sería rico si me hubieran pagado por mi ignorancia que es lo único que supera a mi estupidez, y que tenía razón cuando era joven: quisiera terminar mi historia en la música, en un grupo Punk, haciendo ruido, siendo congruente con mis ideas, sin enarbolar banderas ni mear fuera de tiesto, intentando que la potra no te salpique con la mugre de la incongruencia, musitando palabras de amor por las esquinas, sollozando por tus besos (Princesa), levitando entre las esquinas con sonidos únicos y privados, dejando toda pregunta irrelevante o no sin respuesta. Y sobre todo cediendo el paso a los que anteponen sus ideas pero pueden mostrarse comúnmente dubitativos y débilmente prescindibles porque todo lo que les importa es pasajero.