Particularmente, en mi ideario personal, no tengo miedo a nada, quiero decir que todas las ideas son bien recibidas en tanto provoquen algún tipo de reflexión. Esto no significa que pueda dar por válidas todas las teorías de la conspiración, me interesan la argumentación y la «discordia», el desorden que provoca a veces apoyar una buena causa, equivocarse una y mil veces, mirar de reojo lo que los demás conciben como verdadero para considerar, en última instancia, si estoy o no en lo cierto. No tengo miedo a pensar lo contrario que la mayoría, ni a actuar de forma minoritaria, cada cual siga su camino; me importa la disonancia, pero siempre como aprendizaje, no para creer todo a pie juntillas, ni para llevar la contraria porque sí.
De forma general, sobre cualquier teoría de la conspiración sólo se me ocurre hablar de Propaganda Versus Información. La primera tiene por objeto influir en el sujeto, la segunda debería estar alejada de cualquier mediación, es la que permite planear, inventar, idear, imaginar algo.
Está de moda estar de moda
Hasta cierto punto considerar hoy en día la información libre, es inocente, pueril y hasta estúpido, pues resultan obvios el control y la manipulación, la estandarización de la vida en sociedad. El control de la tecnología y de la ciencia, es decir, el control de la humanidad, están fuertemente ligados al concepto de progreso. Mismas reglas, mismo lenguaje, y su unificación es igual a perfección. Esa uniformidad es la que justifica una identidad social la cual concibe parámetros determinados que fijan nuestra forma de actuar, de pensar, de comprar y hasta de vivir. «Está de moda estar de moda«, la estandarización del sujeto activo me parece un objeto de estudio maravilloso para contraponerlo al concepto de hombre pasivo, Romántico, superado por las circunstancias, agasajado por la belleza, un pelele que vive sujeto al continuo Síndrome de Sthendhal, ligeramente rebasado por la izquierda por el abismo. Es decir, antes se trataba del hombre frente a la Naturaleza, y ahora se trata del hombre frente a sí mismo, se vive, vivimos, el período del yoyismo deslustrado.
De muy interesante puede calificarse la reflexión del documental acerca de los niños como herramienta de poder, y de manipulación, y como objeto de «propiedad privada»; a este respecto parece que unos, las parejas sin hijos, son un «objeto extraño», siendo para otros el más puro ejemplo de egoísmo (en uno u otro sentido). El condicionamiento social implica de nuevo, necesariamente, personas que puedan entender que la normalidad pasa por la comunidad, y que los individuos deben acogerse al modelo social en vigor (que curiosamente va cambiando en cada época), se habla de legibilidad en tanto convierte en antisocial lo que no entiende la mayoría, lo que es medible es controlable. Dice el poeta que «lo que ves no contiene todo lo que soy», es decir, la creación de una identidad social individual puede ser una forma de manipulación como otra cualquiera.
Insisto, de nuevo, en dar las GRACIAS: