Filosofía y Blues, cuando los Rockeros son Indies y los Poppy’s tocan Blues

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No es que se muestre uno defensor de las causas perdidas, es que no puedo permanecer impasible ante las contradicciones implícitas en las decisiones de nuestros políticos respecto de la educación, uno de los pilares básicos de una sociedad avanzada.

La Filosofía en la ESO ha sido «completamente laminada»: no solo la asignatura de Ética ha visto rebajado su estatus a una sola hora semanal de Valores cívicos y éticos, sino que la Filosofía de 4º de la ESO, sorprendentemente ha desaparecido de la oferta de optativas de Secundaria. (Enlace)

Duele mucho la incongruencia sobre la necesidad de la reflexión crítica a la vez que se observa la desaparición de la Filosofía de las aulas y la rebaja del estatus de la Ética. A este respecto quería comentar brevemente mi experiencia personal, no a modo de ejemplo sino más bien para darle utilidad, razón de ser, a unos conocimientos que han sido fundamentales a lo largo de mi vida personal y sobre todo profesional.

La primera empresa «seria» en la que trabajé, en un puesto de cierta responsabilidad, estaba en el Parque Tecnológico de Andalucía. No importa el cargo (que era Directivo) ni la Sociedad, lo que cuenta es que se trataba de una Tecnológica en la que la mayor parte de los trabajadores con grados de responsabilidad éramos todos Universitarios, que no veníamos de la informática ni de carreras técnicas. Recuerdo a compañeros Psicólogos, Filósofos, Periodistas y a mucho autodidacta. No tengo ninguna duda que mi título Universitario de Licenciado en Filosofía tuvo mucho que ver en mi categoría laboral, en mi sueldo y en la responsabilidad adquirida.

En una época en la que las Nuevas Tecnologías estaban en el origen de una auténtica revolución Social (finales años 90, inicio del 2000), eran muchas las empresas de Málaga y de fuera de Málaga que se acercaban a mi Curriculum, el trabajo no faltaba y fui saltando de empresa en empresa en función de intereses particulares.

La Filosofía te da una visión global del mundo, maximalista en tanto se muestra capaz de abstraer conocimientos universales hasta llegar a lo más básico, y minimalista en cuanto es capaz de proporcionar herramientas para el desglose de habilidades, y problemas, es decir, aquello que es realmente importante para una empresa: personas con capacidad de adaptación y resolución de problemas.

Vivimos una época en la los Rockeros son Indies y los Poppy’s tocan Blues

Mire usted, ahora mismo me pasa lo mismo con el Blues, que con la Filosofía (en un determinado momento), no puedo dejar de pensar en el miedo que me da no estar a la altura de las circunstancias; sentir el ridículo de no ocupar el lugar que me corresponde; obligarme por respeto a lo que toco, y al público, a tomar en cuenta que la música también es un conjunto sistemático de razonamientos y reflexiones expuestas por un pensador. Porque un Bluesman es ante todo un estudioso de la austeridad, de la melancolía y de la tristeza como fuentes de creatividad. Un Bluesman como Robert Johnson, «el muerto que nunca murió«, se hubiera ocupado primero de contar una visión del mundo que no excluyera lo más básico: la necesidad del hombre de trascenderse a sí mismo, de pasar a la historia, de forzar de alguna forma la autoreflexión.

Y tocar Blues es un poco eso, decirle al mundo que hay un poco de belleza en todas las cosas, incluso en la aflición, en la desdicha, y en la nostalgia. Tocar Blues es una forma de mostrar que todo cuenta, pero que no todo vale, porque si todo fuera importante nada sería importante.