El compositor Johannes Brahms (1833 – 1897), que algunos consideran el más digno sucesor de Beethoven, decidió, a la edad de 57 años, dejar de lado la composición (algo que afortunadamente no cumplió). Brahms fue amante de la naturaleza y le pasaba, al igual que a mí (aviso para navegantes ahora que está cerca la Navidad), que le gustaban el Jamón de Bellota, y el aceite, lo más amargo posible, ¡ qué le vamos a hacer !. Seguramente por eso fue un perfeccionista.
Johannes comprendió pronto que para cantar a la felicidad había que conocer la tristeza, y que cualquier obra que se precie es una bella combinación de ambas. Supo que es más fácil, antes que resolver la distancia, mantenerse en ella, pues aquello que se extraña nunca volverá. Como la Saudade, que el escritor Manuel de Melo definió como un «bien que se padece y mal que se disfruta».
Brahms escribió NOSTALGIA II Op.63.8 (1874), basada en el texto de Klaus Joseph Groth (1807 – 1899).
¡Oh, si yo supiera el camino de regreso!
¡El añorado camino hacia la infancia!
¡Oh! ¿Por qué buscando la dicha,
abandoné las manos de mi madre?
¡Oh, cómo anhelo descansar
y no ser despertado por ningún afán!
Cerrar los ojos cansados,
¡envueltos dulcemente en amor!
No saber nada, no anhelar nada,
sólo soñar dulcemente.
No ver el cambio de los tiempos.
¡Ser un niño por segunda vez!
¡Oh, muéstrame el camino de regreso!
¡El añorado camino hacia la infancia!
En vano busco la dicha,
pero a mi alrededor, ¡veo la nada!
He leído críticas feroces sobre este texto, que seguramente confunde la Nostalgia con la Melancolía. Lo nostálgico antecede a cualquier tiempo pasado, real o imaginado; la Melancolía tiene que ver con el tiempo presente. Pero lo que para mí, es verdaderamente importante, es el camino de regreso, pues siempre tiendo a volver sobre las mismas cosas. Y lo que echo de menos es echar de menos. Pues lo que me da terror es eso, «tengo tanto miedo de que olvides el camino de regreso» (Ismael Serrano) que quisiera No saber nada, no anhelar nada /sólo soñar dulcemente (Klaus Joseph Groth).
En griego, «regreso» se dice Nostos, «Algos» significa “sufrimiento”. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar a alguna parte, que puede ser también el anhelo de algo o de alguien (véase Milan Kundera: La Ignorancia). Resulta sublime que los franceses sólo puedan expresar esta «sensación» mediante la palabra de origen griego (Nostalgie) y que no tengan verbo: precisamente aquella parte de la oración que expresa una acción, movimiento, existencia. Una pena, porque los verbos transitivos son aquellos que admiten la presencia de un objeto directo que complemente a la acción descrita : pintar, describir, descubrir, componer… Tal vez por eso los alemanes se expresen mediante el Sehnsucht: el deseo de lo que está ausente, que puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido, a lo mejor esto explica su tendencia a la Melancolía, una pasión totalmente inútil.
«…La mayoría de la gente se engaña mediante una doble creencia errónea: cree en el eterno recuerdo (de la gente, de las cosas, de los actos, de las naciones) y en la posibilidad de reparación (de los actos, de los errores, de los pecados, de las injusticias). Ambas creencias son falsas. La realidad es precisamente al contrario: todo será olvidado y nada será reparado. El papel de la reparación (de la venganza y del perdón) lo lleva a cabo el olvido. Nadie reparará las injusticias que se cometieron, pero todas las injusticias serán olvidadas» (Milan Kundera).
Ay, si yo supiera el camino de regreso… en realidad lo sé pero prefiero seguir engañándome a mí mismo con un poco de belleza.