La escritura de la filósofa Veleña María Zambrano, fue moviéndose siempre entre la Razón Estética a la Razón Poética. Algún día me atreveré a distinguir entre Filósofos y Poetas, me gusta decir que Nietzsche, Schopenhauer y hasta Kant fueron en realidad poetas, alguno de ellos del absurdo. La suerte es que, a un poeta puedes llegar a amarle, aunque no le comprendas, con un Filósofo eso es imposible porque si no le entiendes terminas odiándolo.
“La poesía ejerce una función compensatoria y enderezadora del hombre en su historia, al recordarle la vida, conducirla a su fuente, a la fuente misma en que la vida es contemplación, himno y lamentación. Y ser su guardián”
María Zambrano
Sentir aquí que la poesía es un «delirio» es señalar que lo que precede al pensamiento es precisamente esa zona de penumbra, de sueños, de poemas. La precognición es una suerte para tratar de ir a la esencia de las cosas, por eso la buena poesía es fácilmente entendible, y al filósofo menos eficaz se le distingue por su falta de transparencia y opacidad. Lo que llega a nivel espiritual, incluido la música, son preguntas, y ya decía María Zambrano que la acción de preguntar supone la aparición de la conciencia. De esta forma, por pura lógica, el hombre es un ser escondido en sí mismo, y escribir, una forma de defender la soledad en la que se está.
También yo, como el músico Rafa Hidalgo, espero que todo se apacigüe. Por eso me parece indispensable recomendar la poesía, y si es andaluza no encuentro mejor causa, pues es Andalucía una tierra de Poetas, sus bares lo atestiguan.
«Que todo se apacigüe» es un apasionante poema musicado de María Zambrano perteneciente al álbum «Poesía Andaluza» (Rafael Hidalgo), y no crean ustedes que es un disco más pues rezuma autenticidad con algunas joyas difíciles de musicar e interpretar. Siete canciones que suenan a Federico García Lorca (Soneto de la Dulce Queja), Vicente Aleixandre (Corazón Negro), María Zambrano (Que todo se Apacigüe), María Enciso (Campana de la Vela), Juan Ramón Jiménez (A mi Alma), Gustavo Adolfo Bécquer (Volverán las Oscuras Golondrinas) y Antonio Machado (Yo voy Soñando Caminos).
Resulta curioso que el teatro griego nació en el Ática a partir de las danzas y cantos corales de los siglos VI y V a.d.C … Estas danzas y cánticos se realizaban en un principio en cualquier espacio abierto cercano al altar o templo del dios Dioniso. Tenían como objetivo hacer reflexionar al espectador sobre los problemas que implican al ser humano. Dioniso, inspirador de la lócura y del éxtasis, la poesía como una forma de delirio (María Zambrano), ahora sé que todo encaja y lo que parecían meras sombras chinescas resultan ser música para que todo se apacigüe. En ello estamos.
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