Japón: algunas confesiones, testimonios y confidencias.

La anécdota no es mía, me cuentan que el inigualable «Rockberto» (en paz descanse) en una actuación con Tabletom que iba a ser grabada para televisión, no parada de dar vueltas; me dicen que el grupo se tomaba la prueba de sonido con una extensa calma, y que los técnicos andaban un poco desesperados, cuando de repente la persona de la mesa de mezclas se dirige a Roberto González Vázquez para que por favor subiera al escenario y empezara con la prueba de sonido; a este no se le ocurre otra cosa que hacerlo y esgrimir, con su gracejo característico, voz en micro, «Japón», para volver a bajarse inmediatamente y provocar la exasperación de los circundantes y la sonora risa de los acompañantes.

En cierta ocasión, en una banda que éramos un trío (bueno más o menos), al bajista se le olvidó el bajo en su casa. Esto no sería grave si no fuera porque se dio cuenta cuando estábamos a 40 Km de nuestro domicilio y en esa época no teníamos coche; muchas veces tomábamos el autobús y teníamos que esperar a la mañana para recogernos, o nos llevaba alguien de prestado que luego se largaba a su casa antes de finalizar el concierto. Allí estaba yo en la prueba de sonido esperando que alguien le prestara un bajo al joven.

Una de las historias más épicas y triunfales sobre alguien muy querido, tiene que ver con un concierto en el que se «perdió» el bajo estando en el escenario tras nuestra actuación. Batería y bajista, habían estado muy «bailones» toda la noche. Al tratarse de un festival, aquello concluyó sobre las 6 de la mañana, sobre las 4:30 nuestro querido compañero se percata que su bajo no está donde lo dejó, y todo el mundo se puso a buscarlo sin fortuna. Al estar en un descampado se adentró en la maleza, cayendo por un terraplén, presentando entonces ligeras roturas en sus vestiduras (camiseta y pantalón) y sangre en una de las rodillas. De esta guisa, cojeando, y junto al otro «danzante» se presentaron en la salida del recinto, justo a la hora que salían Lagartija Nick, entonces, gritando como posesos, ambos dos se acercan a su furgoneta… «miradlo, miradlo ahí está», a lo que de forma muy tranquila y natural respondieron los «Lagartija» abriendo el estuche y descubriendo que lo que portaba era una guitarra y no un bajo. Lo del tierra trágame se queda muy corto, y los de la coreografía no sabían cómo salir del enredo. Al final resultó que miembros del staff de Hamlet lo tomaron sin querer al estar junto a sus cosas, y fue devuelto sin coste alguno y sin más historias.

Es curioso pero con Lagartija tengo otra anécdota que tiene su origen muchos años antes, en un Concurso/Festival que tuvo lugar en Aguilar de la Frontera (Córdoba). Yo me acababa de comprar mi Stratocaster Squier by Fender (blanca en honor a Gary Moore) y cuando la saqué de la funda blanda vino a verla el guitarra de los Nicks que me presentó su preciosa Rickenbacker, también recién adquirida. Y hablamos un rato sobre guitarras, quedando constancia que yo sabía lo mismo sobre ellas que ahora, es decir nada. Ese mismo día Seis Siglas quedamos segundos, por delante de Lagartija Nick (terceros, en una concurso patrocinado por Radio Cadena Española en el que se presentaron más de 200 grupos de toda Andalucía), siendo el premio la grabación de un disco, que 35 años después aún estamos esperando. Al darse a conocer las deliberaciones del jurado varios de sus miembros se acercaron a mí, y me dijeron sin nigún pudor: «habéis sido los mejores, pero lo siento mucho, hay que barrer para casa» y le dieron el primer premio a una banda de Córdoba que hacían algo parecido a La Frontera, muy de moda en aquellos momentos. Ni me acuerdo de su nombre.

Voy saltando hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. No menos curiosa es la situación dada por «nodeseonombrarlos» en Granada. En aquel tiempo conseguimos un directo muy digno. El concurso de la ginebra Gordons aglutinaba no menos 800 bandas de toda el país, ya pasamos una primera criba con las maquetas, y una segunda en Málaga en directo en Bobby Logan, llegando a Granada para clasificar desde el hemisferio sur de la península e islas; ya sólo podía quedar uno para la final de Madrid. En esa actuación estuvieron los Murciélagos (con los que flipé enormemente con un rollo muy Zeppelin), es decir , M-Clan, que quedaron eliminados, pasando «nodeseonombrarlos» a la gran final en la disco Oh Madrid de infausta reminiscencia; pero esa es otra historia, no sé si algún día la contaré completa. Quedar segundos o terceros de toda España (no recuerdo) se me hizo muy corto.

Finalizaré, por ahora con un testimonio para la reflexión. Son tantas las anécdotas que darían para escribir varios libros. En cierto concierto en Arriate un cantante famoso (que hace corrales) me manifestó su arrepentimiento porque en los 80 había estado en un grupo muy «moderno» y que «ahora hacía Rock And Roll» y que lo otro, literalmente, le daba vergüenza. No es que le mostrara mi extrañeza e indignación (al borde de algo más que palabras), no sólo porque tengo un enorme respeto y afecto por el músico que estaba detrás de ese proyecto (que sigue en activo y es un tipo muy profesional), sino porque pienso en la música como en un continuo aprendizaje en el que no hay que hay que lamentarse de nada sino más bien alegrarse de poder celebrarlo convenientemente. Así que cuando veo en estas confesiones la «lista de altas» nunca pienso lo que puedo ser, sino lo que es hoy. Abrazos.

Pd: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.