Historia de un idiota contada por él mismo

Me enamoré rápidamente de este libro, que he leído varias veces. Tiene una lectura de esas rápidas, del tirón, en el argot complementario de la modernidad. Fue una recomendación de un amigo/ex-amigo de los que venían a verme cuando era de posibles, cuando tenía influencia en empresas y te hacía falta trabajar.

Yo sé mucho de dos cosas: sobre idiotas y acerca del yoyismo, que depende como se mire, son la misma cosa. Para ser idiota hay que tener una experiencia oiga. Pero para ser bobo, para eso vale cualquiera; ya digo, en este asunto, soy de consumada pericia, estando al borde de la maestría. Me llaman Yo-Yo-Yó.

Pero he aquí que ser idiota es como tener un pálpito, un cosquilleo. El idiota es el que te quita la mugre cuando estás al borde del colapso. Es el que siempre permanece servicial cual mónada, mentecato hasta el paroxismo. Iluminado a veces, simple al por mayor, decano, primogénito. Es el tonto útil.

Y si cuento todo esto es porque hay que ser idiota para seguir componiendo cuando todo gira en otra dirección. Pero las cosas que se hacen con AMOR siempre llegan a buen puerto, y en eso estamos (frase lapidaria con la que me gusta cerrar casi siempre).

He tenido muchos momentos de dispersión en mi vida, incluso diría que me acostumbré a la incertidumbre; una vez sigues su curso la vida no resulta nunca insegura, ni vacilas, queda sólo la torpeza, el entumecimiento, el letargo de no hacer nada queriendo hacer todo; el camino se muestra solo en una ceremonia deconstructiva. Yo como el grandísimo Fernán Gómez (que fue de todo menos idiota) me siento especialmente capacitado para no hacer nada.



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Sin embargo anuncio, cual si hubiera fumata blanca, que además de trabajar (como si no hubiera un mañana) ando en varias cosas: nuevo disco de Un ruido llamado ángel; canciones para The Cigar Box Blues Band; un programa de Radio; la grabación de temas TEX MEX para otro rollo, en fin… que mi mundo es una incesante oscilación del yo, hálito, neblina creativa, un sucedáneo de imaginación, de sujetos, de alter egos.

Aquí estamos, haciendo historia. Demos gracias a Dios porque, como se ve, ser idiota tiene su esfuerzo.