Hay más tontos que lápices: aprendiendo de las drogas, la canción del idiota.

Dejé las redes, cada día me alegro más de ello, he limitado WhatsApp y mi número personal ha cambiado. Me dedico básicamente, ya lo comenté en otro artículo, a cultivar determinado espíritu, de verdad que lo intento pese a que las circunstancias muchas veces no invitan a ello. Desde luego voy a escribir lo que me da la gana, y me importa poco que se comprenda o no, esto es un Blog Personal. Muchos de los comentarios están o bien «caricaturizados» (cuando me refiero a mí mismo) o «literalizados» cuando se busca más la forma que el fondo. Sobre aquellos que sobreentienden lo que leen y los acólitos que tienen intereses particulares no voy a pronunciarme ni ahora ni nunca (o al menos voy a intentarlo). Ya lo comenté en cierta ocasión, escribo básicamente sobre cosas que me importan, no trato de ensalzar todo de todos, más bien intento sacar el lado bueno de las cosas, donde algunos pueden ver oscuridad yo veo una luz muy brillante, sinceridad y AMOR. Eso sí, no soy «palmero» de nadie.

Antonio Escohotado se ha referido muchas veces a lo peligrosa que es la ignorancia. Gustavo Bueno (otro Filósofo español, esta vez tristemente desaparecido) curtió espléndidas disertaciones acerca de lo inútil de las opiniones cuando son infundadas. Internet puede ser un instrumento maravilloso, pero a su vez las Redes Sociales suelen resultar un cúmulo de desconocimiento, de inconsciencia, y de analfabetismo; este asunto daría para un estudio más intenso que la «Historia General de las Drogas» de Escohotado, 1.542 páginas que son un estupendo paisaje sobre la ebriedad. «Aprendiendo de las drogas» (aunque sea posterior) es para mí, un excelente ‘anticipo’ de lectura muy necesaria para el correcto manual de uso y consumo desde un punto de vista lúdico-intelectual. En lo particular no soy defensor de ninguna droga, aunque me gusta comentar, a modo de chanza, que estoy perfectamente preparado para básicamente dos cosas: para no hacer nada (como mi querido y admirado Fernán Gómez) y para curtirme en cualquier vicio (para los que no entienden o les falta un hervor, estoy «caricaturizando»).

Ortega y Gasset se refirió también a la ignorancia señalando que El que cree que sabe una cosa pero, en realidad, la ignora, con su presunto saber cierra el poro de su mente por donde podría penetrar la auténtica verdad. Pero amigos en este punto hay que hacer un inciso, que no una incisión: la verdad no es una cuestión de todos sino de cada uno, queda la libertad de cada cual para reinterpretar las ideas, por eso dónde unos ven fuego otros ven agua, y donde hay AMOR otros ven ODIO. Hay que cuidarse también de la tristemente superioridad moral, pues el conocimiento no puede ser un arma arrojadiza contra nadie, sino más bien una herramienta de comunicación y puesta en común, una vez más una cuestión mayéutica. Las Drogas, la Ignorancia, la Soledad y el Silencio pueden ser peligrosos sinónimos de autocomplacencia que no necesariamente conllevan la autodestrucción, pero cuando se convierten en un padecimiento por la embriaguez en uno mismo, se produce una extraña suerte de solipsismo y uno se vuelve tan Nihilista como el «Nota» de El Gran Lebowski.

A medida que va pasando el tiempo y me hago «mayor» se va acrecentando el miedo a tres cosas: al ridículo de no saber estar en la forma que me corresponde (y esto aplica a mi forma de vida profesional y a la música), a perder el norte y que nadie venga a ponerme en mi sitio (esto aplica a mi vida personal, para eso están los amigos y la gente que te quiere, que con su bondad infinita sabrán pararte cuando es necesario y no ejercer de meros aduladores) y a la jodida ignorancia (que me persigue cada día) . De ahí la continua desconexión y la falta de publicidad de mis asuntos, una vez descubierto lo ignorante que soy todo cobra sentido, lo que no implica necesariamente que haya que responder ni tomar las opiniones, ni las disertaciones de los demás como una ofensa, pues desgraciadamente hay más tontos que lápices, para todos ellos está reservado el «Elogio de la Estulticia o de la Tontería» de Erasmo de Róterdam. Siendo yo patente reflejo del tonto más grande, el idiota primigenio, pues se ve que cuando intentas algo y consigues el efecto contrario eres simplemente un imbécil, un mediocre «pensador» con ínfulas de filósofo. Para cortar mi ambición: seré pues a partir de ahora, cada vez más cuidadoso y literario (que para mí son la misma cosa), para ello nada mejor que terminar con un verso, en este caso de Don Luis de Góngora y «depositar» una vieja canción cuyo epígrafe viene que ni pintado, una vez más aplica únicamente a mí mismo, como casi todo lo que escribo:

Mariposa, no sólo no cobarde

Mas temeraria, fatalmente ciega,

Lo que la llama al Fénix aun le niega,

Quiere obstinada que a sus alas guarde,

Pues en su daño arrepentida tarde,

Del esplendor solicitada, llega

A lo que luce, y ambiciosa entrega

Su mal vestida pluma a lo que arde.

Yace gloriosa en la que dulcemente

Huesa le ha prevenido abeja breve,

¡Suma felicidad a yerro sumo!

No a mi ambición contrario tan luciente,

Menos activo sí, cuanto más leve,

Cenizas la hará, si abrasa el humo.



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