Mi abuela María, cada vez que tenía que tirar a la basura una brizna de pan, le daba un beso. Tenía que estar mohoso para hacerlo y decía: <<el pan es como algunas personas, y como los cerdos, cuando sale el verdín no hay que preocuparse por que supongan un problema para la salud, no deben guardarse pero si se ingieren por error, resultan algo completamente inocuo>>
Mi tío abuelo, Pepe, también fallecido, guardaba guarros desde los 10 años. Custodiar cochinos es algo que se olvida pronto, parece algo peyorativo, cuando no lo es, más bien al contrario, habla mucho y bien de lo que eres.
- Puerco, gorrino, marrano, guarro, cocho, cochino, cuino… a la sazón también en femenino (por aquello de la igualdad de género), no son insultos ni descalificaciones; según vayan en serie, resultan atributos redundantes y activos, propagadores del hambre de los tiempos: el cuidado del cuerpo sobre el de la mente.
Y por eso me propongo meter en un cajón a todo cochino-jabalí viviente, para que el día de mañana, cuando lea esto, pueda acordarme: lo hiciste lo mejor que supiste pues la basura de unos es el tesoro de otros, vivimos en la sociedad de usar y tirar y ningún granito de arena es suficiente, a cada Cerdo le llega su San Martín.