Conocí a Engels justo antes de que se dedicara a elaborar cadenas de música. El muy ‘jodío’ nació en una familia acomodada. Por aquél entonces aún no estaba ligado al socialismo, su familia era muy conservadora y religiosa, además, había amasado una inmensa fortuna con sus fábricas textiles, lo que le permitía mantener cierto tren de vida; bueno a él, y a todos los que le rodeábamos.
En 1892 Bonn era un hervidero de ideas, los cafés estaban llenos de personajes hediondos, en las mesas lo mismo se hablaba de circuncisiones, de socialismo utópico o de materialismo y dialéctica. Hegel era como Dios y la cerveza, como el purgatorio de la Divina Comedia, todo el mundo tenía que pasar por ella.
Friedrich fue el primer empresario/revolucionario de la historia y el que introdujo a Karl en el Club de la Taberna de Tréveris, una asociación de bebedores de la que tuve el gusto de ser presidente. Ciertamente los táleros volaban entre criadas, alcohol y burdeles, y Engels no era un mero activista. Yo trabajaba en la <<Gaceta Renana>> un periódico de corte radical en el que se volcó Marx cuando pensó que el periodismo, una profesión de la que no se vive (gracias Sr Gromé), podría resultar útil para sus opiniones y propósitos. Los tres hicimos piña y dijimos: «por mucho que nos amenacéis esto va a seguir».
Poca gente sabe que Marx y Engels y yo mismo, en realidad somos la misma persona, al menos a ciertas horas, en el ambigú, parecíamos unos la prolongación de otros, hasta el punto se diría, que no puedo asegurar quién era el ‘negro’ , quién el escribiente, y quién el ideólogo; y es que aquello parecía la santísima trinidad del desmadre, por el desdoble de la embriaguez y el continuo despliegue de uno mismo.
Yo creo que estas alturas de este cuaderno de bitácora, lo lógico es que más de un lector se haya preguntado alguna vez qué tipo de música escuchaban los Antiguos Egipcios o los Antiguos Griegos. A la par, estoy muy de acuerdo que usted está sumamente interesado en conocer si estos tíos que profundizamos en el socialismo científico le dabamos al Rock and Roll o fijábamos nuestra atención en la Música Clásica. Sepa que por la noche todo era Rock, a media tarde usted figure, comenzaba la fiesta y se oía ‘Por Fin Viernes‘ de Los Turistas. /Vamos a vernos/me tienes que contar/hay que celebrar/ la ciudad/ de un lado a otro/la noche es perfecta/cruzamos el callejón/el humo embriaga/ las luces me ciegan/pedimos una más y vamos para allá/ tocan Airbag en Velvet…/
Sí amigos, todas estas chorradas son el instrumento declaratorio para terminar hablando del nuevo trabajo de Los Turistas. Su música manifiesta una interesante estética de evasión, a la vez que sus letras rememorativas son una forma delicada de esquivar la realidad, hasta el punto de evocar aquella frase de Jack London: “Ser capaz de olvidar es la base de la cordura. Recordar incesantemente conduce a la obsesión y a la locura.”
Por fin Viernes, escuchen, denle margen a La Montaña Acuática, en cierta forma un extraño caso (como el mío) de viajero astral, de Regreso al futuro. Al igual que Engels, es Tu momento de rescatar esos táleros, con Janette o Marx. Recomiendo, una forma estupenda de superar esta pandemia que supone Demasiado Invierno, que se está haciendo más largo que el de Juego de Tronos. Que lo disfruten.
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