Auto de fe, EL ZURDO. En Beta constante.

Vaya por delante que yo hablo aquí de asuntos que me importan, sean o no de mi incumbencia. La cuestión es que, como músicos, estamos expuestos a la divina voluntad del público, que es soberano cuando apetece, pero que puede ser igualmente cruel, ingenuo y hasta justo, según vaya la tarde. Pasa lo mismo con el que escribe, que, desde el mismo momento que «publica» se arriesga a la conformidad del vulgo. Y a soportar todo tipo de opiniones y alusiones.

Es esta una forma fina de señalar que hablo de lo que me da la gana, y a la vez de advertir, que escribo sobre cosas que me importan.

Probablemente EL ZURDO (guitarrista) sea uno de los personajes más interesantes que han surgido en nuestra provincia, entre la nueva hornada de amantes de las seis cuerdas. Que yo recuerde, en persona, hemos hablado solamente una vez, y me pareció un tipo de lo más educado y prudente.

Me parece a mí que, en el mismo momento que surgen ciertas preguntas sobre el éxito, lo primero que hay que plantearse es, si la carrera de uno es un mero acto de fe. No hablamos de un ejercicio de autoconfianza, me refiero a la supina torpeza de considerar que los halagos de unos pocos se convierten en la publicidad de muchos. He tratado siempre de huir de algunos que no escuchan la música y se empeñan en manifestar tu grandeza, porque en realidad te están empequeñeciendo. Lo que importa (desde el punto de vista comercial) es quién paga la fiesta, esto es, si la gente, más allá de los amigos, está dispuesta a abonar la entrada para ir a verte y a comprar tus discos.

Puede que una parte de los músicos que dedican mucho de su tiempo a tocar cierto tipo de versiones, terminen viciando su increíble talento, fagocitados por el color del verde, por la oleada de obsequios, agasajos y carantoñas de la fiesta. Luego, en sus propias canciones, se nota, sobre todo en el sonido general (me refiero a la estética musical) que muchas veces queda ligeramente desvirtuada. Otra cuestión es cuán importante es para uno mismo saber lo que eres y lo que no eres, ejercicio fundamental para progresar en cualquier ámbito de esta vida.

Hace poco hacía referencia en otro post al disco de un increíble guitarrista, resultando su nuevo trabajo un batiburrillo insufrible de riffs y de concatenaciones con mucha técnica y poco estilo. Pero la pasta es pasta, y la necesidad hace al hombre, nunca es al revés, pues suele cagarla (nunca mejor dicho).

Pero donde hay brillo suele haber excelencia, y este hombre la tiene. Tiene ese resplandor en su guitarra del que muchos carecemos (que más quisiera yo nada más acercarme a su enorme técnica como guitarrista). Sólo que a veces los árboles no nos dejan ver el bosque y tiene uno la sensación, desde fuera, de que se anda en busca de una identidad.

Personalmente me importa porque me importa la música, y deseo que, como muchos otros compañeros, sepa encontrar el camino que lo lleve hacia donde quiere, con sus propios temas. Uno de mis mayores problemas ha sido siempre hablar desde el corazón y no con la cabeza, otro, el sutil empeño en la defensa de la música de autor (más aquí, que es intérprete de sus propias canciones). Si yo tuviera la capacidad de este señor me pararía a reflexionar para tomar un nuevo impulso, buscando siempre las raíces de la música, y dejando atrás algunas referencias que son demasiado evidentes. Para que, lo que en principio es un mero acto de fe, se convierta en una auténtica proyección de uno mismo. Porque lo que se ve ahora mismo es la punta del «iceberg», de todo lo bueno que hay. Aunque yo echo en falta cierta personalidad, lo que siempre se ha llamado un sonido (y obviamente no me refiero a la guitarra, cuya manufactura es excelente). Y es que una cosa es el Mojo y otra muy distinta, las canciones.

Y llegados a este punto, este hombre, si me lee, podría plantearse con toda razón <<quién es este tío y con quien «ha empatado» para realizar tales afirmaciones>>.

Nadie puede augurar el éxito, ni garantizar el fracaso. Sin embargo. Yo tengo fe, y cada día más, en el trabajo, en el AMOR por lo que haces, en la dulzura con la que a veces tocas. Tengo fe en que un día huyas de la «mezcolanza» y te reafirmes en esos primeros principios porque tienes capacidad para volcarte en trabajos más conceptuales y menos expositivos y clarividentes; como decía el poeta, dejar aquellos cuentos que hacen obvio lo explícito. Aunque para ello debas salir corriendo alguna vez, a fin de cuentas un disco, es como «salir por patas», es como permanecer con el rabo entre las piernas, ¡queda uno tan expuesto!

Y no meo fuera de tiesto, a usted caballero, hay que exigirle más, porque frente a otros, es digno de ello. Aristóteles se refería al movimiento, como la realización (acto) o posibilidad de ser (potencia). Así que deseo que lo que ahora es una extraordinaria capacidad se convierta en perfecta definición. Es muy posible que pueda usted salir del estado en el que nos encontramos muchos otros, de constante aprendizaje, de la pertinente restauración del que progresa adecuadamente, me gusta llamarlo: Beta constante.

Dios quiera que el GRAN público pueda verlo, consta que por trabajo, talento, y por esfuerzo, lo mereces.