Anábasis para una teoría psicológica de la estupidez humana, relativismo: consciencia frente al ‘Síndrome de Monchito’.

La palabra griega ‘Anábasis‘ implica una expedición de la costa hacia el interior de un país. Mentes más sesudas diagnosticaron, tiempo ha, la estupidez en España.

Esta entrada tratará de justificar, desde el punto de vista ontológico, que el problema más grave que tienen las Redes Sociales es la estupidez. Comencemos señalando que la ontología es una parte de la metafísica que estudia el ser en general y sus propiedades. Desde cierto punto de vista, y esto es algo que entendió muy bien la informática, se crean ontologías para limitar la complejidad y para organizar la información. Es decir, se trata de una forma de categorización de la existencia y la realidad, y acerca de cómo ambas se relacionan. Aunque se ocupa de las categorías filosóficas abstractas y generales y se refiera a propiedades, cualidades o atributos, más allá de la informática, la Inteligencia Artificial se vuelve ‘ontológica’ para asimilar y codificar el conocimiento, para agrupar la información en clases.

Desde el punto de vista pesudo-filosófico, la estupidez es una enfermedad contemporánea que ha suplantado la ansiedad y la depresión, es muy posible que dando paso al relativismo y a lo que yo llamaría «El Síndrome de Monchito«: aquellos palmeros que ni entienden ni comprenden y dar por supuesto premisas que ni se molestan en comprobar si son falsables o no, que asienten con la cabeza de cualquier modo. Para Karl Popper, «la falsabilidad de una teoría se verifica si existe – o se puede imaginar – al menos un evento observable experimental que puede contradecir el resultado esperado de la aplicación de la teoría».

Imaginando en las Redes somos únicos, en algunos casos bajo el apellido del psudónimo o tras el escudo del desconocimiento de lo ajeno, encontramos aseveraciones infundadas que son aceptadas por la supuesta validez de sus emisores. Frente al «prestigio» de la tradición nos hayamos con estos «influencers» de barriada que únicamente presiden sus pequeños ‘Reinos de Taifas’ y que se reafirman en sus premisas a base de «likes», lo que menos importa es la verdad o no de la cuestión: a mayor número de «me gusta», mas palmeros, mas Monchitos (Monchito, Macario y Rockefeller, los muñecos con los que José Luis Moreno se hizo popular en televisión), de esta forma importa poco que el «prestigio» se fundamente en una mentira que debería deslegitimar a mensaje y emisor, pero que sin embargo puede llegar a destrozar a oyentes y personas que discrepan o hacia aquellos a los que pueda ir dirigida una determinada crítica.

Y volviendo al relativismo se requieren unas notas para desentrañar la estupidez de la opinión cuando es infundada, y sobre la discusión acerca de la validez de la misma: «el subjetivismo hace depender la validez del conocimiento humano de factores que residen en el sujeto cognoscente, mientras que el relativismo subraya la dependencia de todo conocimiento respecto de factores externos». Un hombre puede valer un voto, pero una opinión nunca puede ser igual a otra, pues de la misma forma que en democracia se votó a Hitler es muy posible que nuestra opinión en capítulos poco versados valga menos que la primera rebanada de pan de molde. De ahí la importancia de saber callarse a tiempo.

Visto lo visto, la estupidez es subjetiva en tanto supone un viaje de la costa al interior (‘Anábasis’), a este concepto se opone la ‘Catábasis’ que para los Antiguos Griegos implicaba el viaje desde el interior a la costa: es decir da para una teoría de la relatividad en tanto que nuestras influencias y opiniones resultan dependientes de factores externos.

«La Enfermedad Mortal» es un libro escrito por el filósofo Søren Kierkegaard en 1849 sobre el concepto de la desesperación, en el trasfondo de las cuestiones ontológicas están muchas veces la desesperación, la ansiedad y la depresión (a las que antes hacíamos referencia). Como bien explicó la Filósofa y Poeta Chantal Maillard «El Ansia es la gran perversión contemporánea, pues vende falso progreso material y compra falsa espiritualidad». Véase artículo de El Pais.

Tal y como señala Chantal, hemos pasado pues del hambre al Ansia, yo diría incluso que en las Redes Sociales hemos superado el umbral del desconocimiento con opiniones infundadas, demostraciones de egocentrismo, y absolutismo de la mentira frente a la verdad, de lo cierto frente a lo no demostrable, el relativismo de la opinión. Asumamos pues que lo último que nos queda es tomar consciencia de lo que somos, muy en el fondo, y a pesar de todo, seres espirituales que tienen más cosas en común de las que la realidad aparenta, aunque muchas veces estemos más cerca del mono que de nuestra propia especie.

La consciencia es la autoreflexión que no distingue entre el bien y el mal, no discrimina, una forma de reconocer la realidad que nos rodea, es la capacidad de relacionarse con ella. A lo mejor lo que nos falta es algo tan simple como la humildad, desconocemos tanto, sabemos tan poco que sigue siendo más importante lo que nos une (la unicidad, sincronía) frente a lo que nos separa (estupidez).

Lo peligroso aquí es que la conciencia implica el conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios, algo que no siempre se cumple. Y la consciencia puede ser una habilidad de experimentar o de sentir, o la experiencia de tener un yo o de tener un alma, para el caso da lo mismo.

Para Aristóteles la Música era el reflejo de las pasiones, llegando incluso a pensar que influía en la moral. La música de esta forma era armonía, así que les invito a seguir escuchando discos y a leer menos Filosofía, a guardarse de dar su opinión cuando no sepan, a no creerse sus propias mentiras. En lo que a mí se refiere me sugiero más Autoreflexión y menos Redes Sociales. La Música es una forma maravillosa de consciencia pues convierte en común y universal lo que aparenta ser singular.

No hace falta que diga (o sí) que todo este artículo es una «pesada» broma (nunca mejor dicho) y que hay poco de cierto en sus aseveraciones, estaría sumamente sorprendido de que alguien hubiera llegado hasta aquí porque, es más, intelectualmente es inconsistente, pero es la excusa perfecta para poner una canción. Así que para colmo, después de este circunloquio les dejo una copla: El Ansia, propiamente dicha.

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