Existencialismo y Blues: Lady Day

Decíamos ayer, cuando hablábamos de la melancólica, que es propia de personas de espíritu elevado. El gran Cifu, en un estupendo documental sobre Billy Holiday en RTVE, se refería a la extraña capacidad del genio, y de muchas figuras del arte, para ligar su vida a la desgracia. Pareciere unas veces por una azarosa y triste biografía, pareciese otras, por una tendencia a la autodestrucción por el abuso de drogas, problemas de convivencia, integración, maltrato y dejadez.

Y es que el artista a veces es como aquel personaje de Ernesto Sábato en ‘El Túnel’, me refiero a Castel, que tenía una extraordinaria capacidad para complicarse la existencia. Hablo de esa desesperada y angustiosa búsqueda de la felicidad, siempre imposible, que parece encontrarse en el alcohol y las drogas…

Yo tenía un amigo que llevaba’ grabado a sangre’ en su coche <<Dios es Ausencia>>, una manera muy utópica de representar la angustia humana que puede generar lo absurdo del mundo. Y precisamente el existencialismo sitúa el planteamiento filosófico en el individuo y en sus experiencias fenomenológicas, traducido al lenguaje vulgaris, lo que cuenta es la experiencia subjetiva, de ahí a encontrar motivos para la búsqueda del placebo por el mero vicio, hay un simple paso.

Aunque la propia Holiday hablaba de ‘Blues alegres’ y ‘Blues tristes’, parece que un alma atormentada es el mejor pretexto para la creatividad. Y no digamos ya un cuerpo castigado, que eleva nuestro espíritu a cuotas difícilmente alcanzables y poco comprensibles para el común de los mortales. Que vayan con el cuento a San Juan De la Cruz cuyos deseos de paz y contemplación le llevaron a una continua renuncia a uno mismo. Si se me permite el inciso, en este punto apelo a la comprensión del lector, pues el que les escribe tiene absoluta tendencia a cualquier vicio y un elevado grado de comprensión acerca de la depravación y la degradación del ‘hombre’, lo que le falta es aprendizaje y práctica. Mi otra tendencia natural es a no hacer nada, pero como dice mi querido amigo y excelente músico, Beni: de todo se sale, incluso del deporte.

Nunca sabremos si la música tiene un efecto catártico, en el sentido freudiano, como purga a través de la evocación; o si más bien la creatividad está ligada a una forma, la más pura, de corrupción del hombre. Ya digo que mi grado de comprensión de la bajeza de nuestros congéneres es alto. Cuentan que Eleanora Holiday Fagan, nombre real de Billie Holiday (Filadelfia, 1915-Nueva York, 1959), a la sazón Lady Day, sufría enormemente cuando interpretaba ‘Strange Fruit’ y no me extraña:

«De los árboles del sur cuelga una fruta extraña. / Sangre en las hojas, y sangre en la raíz. / Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña. / Extraña fruta cuelga de los álamos./Escena pastoral del valiente sur. / Los ojos saltones y la boca retorcida. / Aroma de las magnolias, dulce y fresco. / Y el repentino olor a carne quemada. Aquí está la fruta para que la arranquen los cuervos. / Para que la lluvia la tome, para que el viento la aspire, para que el sol la pudra, para que los árboles lo dejen caer./ Esta es una extraña y amarga cosecha». (Letra de ‘Strange Fruit’)

Y siguiendo con el problema existencial, fue Merleau-Ponty el que mejor entendió el modo de ser antidualista y plural de nuestra herencia filosófica. Ejemplos de dicotomías superables pueden ser: oriente-occidente, alma-cuerpo, angustia-felicidad, día-noche, cerveza-whisky. La apertura y superación de este dualismo tiene su base en el pluralismo, sintetizando, la verdad no es única. Y por ello el crepúsculo está colmado de mentes creativas, de exaltación existencial, pleno de puros filósofos y ascetas que alcanzan su máximo grado de ‘virtud’ en la ‘noche espiritual‘. Y puede que la mejor metáfora que sintetice esto sea, «encender la vela por los dos extremos», esto es, el regocijo en estrofas profundas y dolientes, y si puede ser en comunidad pues mejor.

Llegados a este punto, debo decir, que jamás en la vida entendí un p*** carajo de lo que escribió Kant, pero que estoy de acuerdo en su ‘necesidad de justificación del sufrimiento’, y en desacuerdo con la identificación de la vida únicamente desde el dolor. En ese sentido, me niego en redondo a reconocer el Blues únicamente desde la melancolía y la tristeza. Esto sería como remitirse constantemente al ‘pecado original’. Insisto, una vez más, en la melancolía como potenciadora de la creatividad, aunque comprendo, de verás, algunas situaciones terribles y la penosa realidad que significa que la vida no sea igual para todos. Y por eso amigos me despido, pues como Marx, Groucho, suelo hacer cosas horribles por dinero… como por ejemplo, levantarme temprano para ir a trabajar.