Breve e incompleto ideario, por una Ley de la Música

Forzado por la penosa situación de amigos y compañeros músicos, no puedo callarme. Consciente de que lo que escribo está lleno de imperfecciones y que puede resultar insuficiente, quería al menos exponer el problema para su visualización y difusión al amparo de la reflexión de los músicos, algo absolutamente necesario visto lo visto.

Si en España nos decidiéramos de una vez por todas por una Ley de la Música, estoy seguro que algunas circunstancias y avatares de los músicos podrían mejorarse. Este post puede resultar insulso, inerme por falta de fuerza, e incluso innecesario; pero se van a esbozar una serie de ideas algunas de las cuales pueden ser tremendamente impopulares, pero que buscan simplemente aportar algo de justicia a la situación de nuestros músicos y artistas en general.

Algunos planteamientos, a estudiar.

Eliminar totalmente la música de las bandas/solistas de España de cualquier plataforma digital gratuita que no aporte nada al artista, o que actúe sin tenerlo en cuenta, o bien que se lucre sin ninguna repercusión para el artista/músico, léase Google, Youtube, Spotify… otros que todos tenemos en mente. A los críticos les digo, investiguen, ya se ha hecho en Europa, comprueben los resultados.

Que la SGAE deje de ser un organismo privado lleno de oscuridad con el control de unos pocos que fagocitan las necesidades de muchos. Que mejore sus formas de comunicación y accesibilidad.

Llevar un exhaustivo registro de actuaciones (de forma anónima) con el único objeto de obtener datos relativos a la repercusión de la música; es decir, recopilar información que permita tomar decisiones sobre el alcance de la misma y su repercusión económica.

Elaboración de circuitos estables de actuaciones para la música en directo. Pueden ser regionales y nacionales, los requisitos de acceso deben obedecer únicamente a razones de esfuerzo y trabajo demostrado, no al enchufismo ni «amiguismo», a ver si abandonamos el «cuñadismo» de una vez por todas, las preferencias estéticas y las modas.

Campañas de educación para que la gente comprenda que la música no es un servicio público, que hay que pagarla.

Protección para los músicos, régimen de autónomos que permita tributar (es decir pagar) en función de lo que se ingresa, con la obligación por parte de todos de gestionar de manera clara y fehaciente ingresos y gastos.

Protección para el creador (autor), control, facilidades para el registro de obras y reproducción de las mismas y su gestión económica.

Eliminar en la medida de lo posible, subvenciones y ayudas que se recreen en el ‘clientelismo‘ y en el favoritismo hacia unos pocos. Repartir esas ayudas, por poco que sean, de forma más ecuánime, de forma directa a los músicos, ahora que casi todo es auto-producción, prescindir de intermediarios.

Al hilo de esto mismo, ayudas directas a la auto-producción y difusión de las obras, y a su presentación y divulgación en directo; apoyo y defensa de la música en vivo, con exigencias relativas al trabajo propuesto por el músico, con cuentas claras y muestras evidentes que conviertan nuestra actividad en un trabajo regulado y con pautas normalizadas.

Exigirnos a nosotros mismos, a nuestras sociedades privadas (y me refiero a los músicos) una actividad abierta y responsable, no pueden darse «cuartitos traseros» que sirven únicamente a los intereses de unos pocos, a veces con nuestro dinero público. Fuera ranchos y ‘chiringuitos’. Transparencia.

En resumen, se trata de dotar de herramientas que proporcionen mayor amparo y protección al artista, que su esfuerzo no quede al albur de los acontecimientos, su objetivo, que pueda darse un mejor control sobre su obra, sobre su trabajo entendido como una ocupación, con registros PÚBLICOS de fácil acceso; no como ahora, que está todo envuelto en una severa neblina, y que hay que tener, como decía el Gran Chiquito, tres o cuatro graduados escolares para entenderlo. Es decir, hay una gran dispersión, abandono y falta de regulación.

Seguro que personas más sesudas que yo y con más experiencia, podrían completar y mejorar este ideario. Así que dejemos de quejarnos y pasemos de una vez a la acción, que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y eso también cansa un poco pues mucho de lo que leo va en esa misma línea.

Salud y fuerza.